27 de mayo – Hoy no es solo un día para flores

La Paz, 27 de mayo de 2025

Día de la Madre Boliviana


A PROPÓSITO DE ESTE DÍA…

Una madre, un bidón, y la dignidad en fila.

Hoy no vengo a hablar sólo del Día de la Madre como una efeméride más.
Vengo a hablar de esa imagen que duele.
Una madre en la gasolinera con su bebé en la espalda, le protege un lindo aguayo, y con su bidón, haciendo fila para conseguir gasolina. 
Y no para ir de paseo. No para salir de viaje.
Lo hace porque seguro que necesita cocinar, trabajar, calentar el agua, llevar a sus hijos a la escuela o al hospital.

Porque la vida, en Bolivia, le ha puesto precio hasta al derecho a sobrevivir.

Esta imagen no es simbólica. Es literal.
Es el rostro cotidiano de cientos, de miles de mujeres que luchan todos los días contra algo peor que la pobreza: la indiferencia estructural, la negligencia institucional, la sociopatía de un Estado que las abandona mientras finge que las protege.

La madre boliviana no sólo multiplica el pan.
Multiplica la paciencia en un país donde todo se agota: el gas, el aceite, el tiempo, la fe.
Y lo hace sin gritar, sin romper nada.
Hace fila. Camina horas. Espera. Se las ingenia. Se calla.
Y aun así, sigue criando con amor, sigue cocinando, sigue abrazando.

A propósito de este día, quiero decir algo que quizás no entre en un discurso tradicional: no hay regalo, ni flor, ni serenata que alcance para agradecer la lucha de nuestras madres.

Porque no es una lucha poética, es una lucha física, emocional, mental.
Una lucha contra los precios, contra los funcionarios sordos, contra la burocracia cruel, contra el silencio de los que deberían hablar.
Es una lucha contra una realidad que a veces parece pensada para desgastar al que trabaja honradamente.

Admiro profundamente a esas madres que no tienen nada, pero lo dan todo. Que no están en los libros de historia, pero hacen patria en cada plato servido, en cada cuaderno comprado, en cada noche en vela.

Y también siento rabia.
Porque ellas no deberían estar solas en esta batalla.
No deberían estar en filas. Deberían estar en el centro de toda política pública.
Pero no lo están.

Y sin embargo, siguen.

Hoy no puedo evitar pensar que quizás una madre con un bidón en la mano es más símbolo patrio que muchas estatuas.
Que hay algo de sagrado en ese acto de aguantar.
Que ese bidón no sólo carga gasolina, carga la historia entera de un pueblo sostenido por mujeres valientes.

Por eso, en este 27 de mayo, no solo digamos “Feliz Día”.
Digamos también: Perdón por tanto abandono.
Gracias por tanta dignidad.
Y que algún día no tengan que luchar tanto para simplemente vivir.

¡Bendiciones!


Nota: Dr. Jorge Reque.

 

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